Artículo también publicado en El Periódico de Aquí
Llevamos 6 años escuchando al comprador de vivienda y existe una necesidad que, desde nuestro origen queremos escuchar, o como dicen los gurús de los datos, captar. Se trata de la necesidad de adaptar la vivienda a una diversidad funcional específica.
En materia de vivienda, siempre que pensamos en una vivienda adaptada, pensamos en diversidades funcionales motoras, pensamos en sillas de ruedas, en pasillos y puertas de mayores dimensiones y en aseos con sanitarios adaptados. Incluso la propia normativa va por ahí.
Un 6%
En el último estudio de demanda que estamos realizando, un 6% de los usuarios nos han comunicado que tiene algún tipo de diversidad y que necesitarían que fuera atendida en la ejecución de su futura vivienda. Un 6% que difícilmente se siente escuchado porque, al ser una vivienda muy específica y no estar obligado por ley, un promotor rara vez la incluirá en su proyecto de renta libre. Otra cosa es en régimen de protección pública, donde la ley obliga a una reserva del 3% (o el 4%, según se quiera leer la ley) de viviendas adaptadas. Pero de viviendas adaptadas a una diversidad funcional motora.
Pero diversidades funcionales hay muchas, y cada una de ellas tiene una necesidad habitacional distinta, una necesidad propia que hay que tratar con plena empatía. No es lo mismo una diversidad funcional, que una visual o una cognitiva. En algunas hablamos de espacios, de dimensiones, en otras de equipamientos, en otras de instalaciones.
Abre las orejas
La mejora manera de materializar esa vivienda es escuchar sus peculiaridades en fase de proyecto, ya que es el equipo de arquitectura el que tiene que saber, desde su folio en blanco, las necesidades que tiene que cubrir su futuro proyecto. Y se puede escuchar.
Incluso se puede hacer rentable la venta de esa vivienda, porque, al fin y al cabo, en fríos términos económicos, será una venta más en la promoción. Un ingreso más que, deducidos los gastos, arrojará un beneficio. Pero no habrá mayor beneficio que el saber que estamos dando un hogar adaptado a las necesidades de una persona o familia que, sí o sí, lo necesita. No es una terraza chula donde tener un atardecer de foto para compartir en las redes sociales, no es una cocina con isla donde cocinar con los amigos, no es una instalación de domótica que nos permita conectar la calefacción antes de llegar a casa. Es algo más importante, es facilitar una forma diferente de vivir.
Dulce Navidad
Hace poco tuve que «desendulzar» mi hogar e incorporar otros sistemas que antes no tenía. Nada grave, mi vida «espacialmente» es prácticamente igual, pero mi vivienda, que no estaba pensada para otra cosa que para ser vendida, tiene ciertas carencias que tendrían fácil solución de haberlas conocido en la fase de proyecto y diseño.
Hoy en día, gracias a la digitalización, es posible escuchar a las personas que tienen alguna necesidad especial para su vivienda. Escuchar para poder materializar esa necesidad en el futuro hogar. Más allá, incluso, que las exigencias normativas.
Así que, querido lector, querida lectora, espero que tengan unas «dulces» fiestas y un gran 2022, donde no sólo pasemos página de lo sucedido en estos dos últimos años, si no donde consigamos, por fin, que todas las personas puedan acceder a una vivienda adaptada a sus necesidades, no solo a sus caprichos.
Es momento de que no se adapte únicamente una de las partes.
Es momento de que nos adaptemos todos.
Sergio López Alcover, CEO e impulsor de Viviendea.